Irán y los usos del Tiempo
Ángel
Horacio Molina
“Medieval”; desde el triunfo de la Revolución Islámica en Irán, en febrero
de 1979, este ha sido uno de los adjetivos más utilizados por los grandes
medios de comunicación, y por buena parte de la producción académica occidental,
para caracterizar al sistema surgido de este proceso revolucionario[1].
En una maraña de generalizaciones cómodas pero no inocentes se pretendió
reducir el dinamismo de una revolución, por momentos inclasificable con las
herramientas analíticas de una ciencia política hija de la experiencia europea,
a una tosca “teocracia medieval”. Ambos conceptos conducen inmediatamente a los
receptores del mensaje hacia una
atmósfera opresiva e irracional, remitiéndolos
a los momentos más obscuros para la libertad de las ideas en Occidente[2].
Estas
adjetivaciones refuerzan, en primera instancia, el lugar reservado a las
experiencias políticas, sociales y religiosas surgidas en ese Mundo Islámico
siempre caracterizado por una desmesura que no hace más que revelar la
irracionalidad que las atraviesa. Y es que, como dice el filósofo
italiano Domenico Losurdo[3],
Europa se sigue pensando como la depositaria del discurso de la razón, frente a
un Otro oriental extenso, informe y amenazante que se resiste
peligrosamente al camino trazado por la experiencia histórica occidental,
erigida como la única posible y válida. Es interesante que, para denostar a la
Revolución Islámica, se recurre a dos ideas que poseen una fuerte connotación
negativa sólo si se piensan desde las coordenadas europeo – norteamericanas,
donde lo “teocrático” supone el espacio de la irracionalidad, mientras que lo
“medieval” conduce a una etapa de la propia historia de Occidente considerada
como arbitraria y violenta. Sin embargo
estas adjetivaciones serían portadoras de otras significaciones si se pudiesen
abordar desde la historia del Mundo Islámico: la relación del hombre
(individual y colectivamente) con Dios orientó las especulaciones filosóficas
más ricas del pensamiento de estos pueblos (de las que se nutrió científica y
filosóficamente Europa en el Renacimiento); y, durante el medioevo europeo, Al Andalus se
constituyó en un verdadero faro intelectual. Queda claro que estas ideas remiten exclusivamente a la
experiencia de la Europa cristiana.
Es
interesante comprobar que no se utilizan estas caracterizaciones para dar
cuenta de fenómenos exclusivamente occidentales en los que habrían de ser
empleados con mayor rigurosidad. Podríamos hablar, por ejemplo, de las
referencias teocráticas presentes en los discursos de los presidentes y
candidatos a la presidencia de los Estados Unidos (como con extraordinaria
lucidez señaló Losurdo), o de las legitimidades medievales invocadas por
Occidente en las sucesivas acciones bélicas contra los países islámicos.
Pero no son precisiones históricas o
analíticas las que se procuran con el empleo de estos conceptos. Fabian
Johannes[4]
arroja luz sobre la utilización que, desde las Ciencias Sociales occidentales,
se hace del Tiempo y su periodización. La Ilustración, según este autor, otorga
al Tiempo una especial configuración a partir de su secularización,
generalización y universalización que permitió instalar la lógica evolucionista
sobre los pueblos estudiados utilizando los criterios de “salvajismo – barbarie
– civilización”. Aunque Johannes reconoce que el evolucionismo fue
paulatinamente desechado como paradigma antropológico insiste en que su
concepción temporal no ha sufrido cambios y aun impera en las Ciencias
Sociales.
Esta
imposición occidental de una temporalidad única supone una distancia entre los distintos pueblos,
que Johannes ha definido como “negación de la simultaneidad”. Silvana Caula
afirma que “… la ‘negación de la simultaneidad’ es un hecho político y no
solamente discursivo. La construcción de concepciones dicotómicas del tipo:
‘pasado vs. presente’, ‘primitivo vs. moderno’ , ‘tradición vs. modernidad’ son
oposiciones semánticas que pretenden hacer referencia al conflicto entre
sociedades en diferentes estados de desarrollo, mientras que, en verdad, lo son
en sociedades diferentes opuestas la una a la otra en el mismo Tiempo”[5]. Así, cuando se califica de “medieval” a la
Revolución Islámica se pretende acentuar una distancia “evolutiva”,
excluyéndola como opción política y relegándola a una temporalidad otra
ya superada. Según esta lógica, Irán viviría un tiempo fuera de nuestro tiempo
(siempre atrasado), por lo que su sistema no puede ser, para nosotros,
alternativa alguna.
Pero
si el arsenal discursivo, mediático y académico, insiste en estas
caracterizaciones es precisamente porque la experiencia revolucionaria iraní, y
los procesos que ha generado dentro de Mundo Islámico, suponen una amenaza para
el poder hegemónico euro-norteamericano no sólo en el ámbito de las ideas. Al
mismo tiempo que se tilda de “medieval” al sistema vigente en Irán, Occidente lanza una feroz campaña contra el
importante desarrollo tecnológico del que este país viene dando muestras. El
asesinato (mediante acciones terroristas) de nueve científicos iraníes, el
silencio y los obstáculos sobre los notables progresos de su industria farmacéutica y las amenazas
permanentes de ataques sobre sus instalaciones nucleares (de las que no se han
podido probar posean fines militares), aunque
pretenden minar el desarrollo de Irán, desarticulan el discurso hegemónico al poner
de manifiesto la incomodidad de un Occidente que se siente interpelado por la historia
de una revolución que cuestiona permanentemente los prejuicios impuestos.
Fuente:
Revista El Corán y el Termotanque
www.elcoranyeltermotanque.blogspot.com.ar
[1]
Es un error
suponer que estas adjetivaciones se encuentran presentes solamente en trabajos
provenientes de la derecha defensora de la supremacía occidental.
[2]
Por “Occidente”
vamos a entender fundamentalmente a Europa y Estados Unidos, siendo conscientes
de la necesidad de repensar estas categorías tal como lo manifestáramos en
trabajos anteriores.
[3]
Véase LOSURDO,
DOMENICO. El luenguaje del Imperio. Escolar y Mayo Editores. Madrid.
2008.
[4]
JOHANNES,
FABIAN. Time and the Other. How antrhopology makes its objects. Columbia University Press, New York, 1983.
[5] CAULA, SILVANA.
Reseña de “Time and the Other”, Revista Procesos Históricos N°5.
Universidad de los Andes, Venezuela, 2004.